domingo, 29 de abril de 2012

Sin título

Mucha gente piensa que soy devota de Vallejo y Cioran. De esa gente. De citas como "el hombre es lobo para el hombre" o "el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe". Que me encantan los poetas malditos, cuando en mi vida jamás he leído a alguno. Y no me interesa. Me cansé, no porque me parezcan malos, de Dostoievsky y Balzac, de los nietzscheanos y su maestro, de los pesimistas, de los que creen que yo suelo leer o seguir.
Sé que fueron franceses -pero ya lo estoy dudando, quienes dijeron esas frases. En fin. Esos, esos estilo Voltaire y el otro de la educación, y no es que sea alguien de cuyo nombre no quiera acordarme, porque no me gusta parafrasear a quien no he leído tampoco, sino que no sé escribirlos, o es que no distingo entre esos cuatro de la Revolución de la guillotina. ¿Cómo era? Ay, que me pegue la Miss de Sociales, en su momento me los aprendí. ¿Quién es que era la Miss de sociales? Ya se me olvidó, también. Con lo que los quiere mi papá. Bueno, sí, esos. Y el que dijo que no está de acuerdo con mi opinión pero que daría su vida por defender la mía. ¿Eso no sería un sarcasmo y lo descontextualizaron? A menudo, en discusiones políticas, me salen con esa máxima de la tolerancia (¿?) y la modernidad (¿?). Las odio. 
Porque yo no odio al hombre, al ser humano, ni odio a la sociedad, ni tampoco creo que uno se corrompa, ni que los animales sean más buenos o más malos, pues son animales y no pueden tener atributos humanos; y a esos, a los animales, no los quiero ni poquito. Ni a los perros, ni a los gatos, ni a los toros. No les pego, no los mato, pero no los quiero. Y si les pegan, si los matan o los maltratan no me importa, francamente. Yo sí salvo al cuadro y no al animalito, ah no. Es más, que me pongan a escoger entre salvar a Uribe y a un perro, yo escojo a Uribe. 
En una de las casas de Patio Bonito, a mi abuelo le dio por poner una incubadora para pollos. Era gallero, garitero, taurino. Ay, ¿qué dirán esos camaradas que se plantan frente a la plaza de toros pero que justifican la lucha armada? Animal él, como todas sus arengas bobas. Entonces el abuelo tenía esa incubadora para criar gallos finos. Una vez desempollaban, él, medio ciego, hacía las de mi Dios y decidía cuál era apto y cuál no. Al que no, se suponía que había que desnucarlo, pero entre su torpeza y su ceguera, terminaba descabezándolos. A mí me parecía muy tierno cuando terminaba con la cabecita en una mano y el cuerpecito en la otra. Sí, tierna era esa torpeza de don Rey. Mucho. Ya grandes sí eran como las vacas en la India, y entonces no se les podía hacer mucho ruido ni aspavientos que porque  se estresaban para la pelea. Llegaba entonces mi abuela, que odiaba a los gallos, y los espantaba con el bastón o los correteaba para asustarlos. Y era hermoso verla en esas, intentando buscarle pelea a él. 
En cambio, no tengo que odiar a las mujeres ni a los pobres porque se reproducen, ni maldecir sus vientres, ni usar un hijueputazo para todos. Yo sí amo a la humanidad en su conjunto, sean unos de derecha y otros de izquierda más radical que la mía y me exasperen, o bien mezquinos y llenos de superchería, gente enferma o cuerda, yo los quiero a todos. Me permito y me regocijo odiando a particulares o ignorándolos, pero al ser humano no, a la especie no, ni a la vida. Y no estoy a favor del aborto, por ejemplo, porque me parece una crueldad como les parecen a los antitaurinos las corridas. Eso sí, ya decía el otro, daría mi vida para que pudieras abortar. No, no, tampoco. La vida humana es un milagro, a mi parecer, y no tiene por qué despreciársele en lo absoluto, con ese desdén que lo hacen los intelectuales de ahora como para, no sé, imprimirle un sello maldito a su pensamiento o algo así. O quizá sí sean muy francos y sí desprecien a la humanidad, quién sabe, de ahí que esta, la colombiana o la latinoamericana, sea una sociedad tan tanática, tan acostumbrada a la muerte como noticia de cada minuto; lo lee, lo permite, lo pide, en muchas ocasiones la aplaude. Ya los muertos no son más que cifras y estadísticas; no el dolor inmenso de un nieto, ni el de una mamá, ni el de un hijo o un hermano. Van y desmembran al enemigo y se regocijan con eso como yo viendo a mi abuelo descabezar a los pollitos.
El solo hecho de que el otro pueda pensar, y de que ese otro sea de una complejidad tal que yo no pueda entender por qué tiene esas ideas, me parece tan fascinante, tan bien hecho. La subjetividad, desplazada por la objetividad, si es que puede haber objetividad desde el sujeto, es más sagrada que la vida misma. 
¿Eso está muy demócrata? Ojalá que no, de verdad, espero que no. Es que los liberales son muy parasitarios y todo con lo que están de acuerdo se lo apropian. Con lo que no, democráticamente lo destruyen por el bien de la democracia. 
Ojalá yo fuera capaz de crear los personajes que creaba Jane Austen, por ejemplo, y que no me identificaran con esos personajes kafkianos, ni con los de Dostoievsky. Pero yo misma, por desgracia, he hecho a través de estos blogs y de mis trabajos universitarios eso, un personaje maldito, muy lejano a aquel de 1914, don José Idárraga, que dormía desnudo y si le daban ganas de orinar se levantaba y se ponía el sombrero solamente, se lustraba las medias negras con tizas de la escuela para que no se le vieran los rotos de sus zapatos y bautizaba a los perros con nombres de guerras, como ese, 1914, al que se encontró una tarde en el parque de Titiribí. 

8 comentarios:

  1. En una ocasión dejaron de tarea leer el Manifiesto del Partido Comunista en case de sociales. Para evaluar la lectura, la profe hizo un pequeño examen de selección múltiple. Cuando entregó las notas nos dijo en voz alta una conclusión apresurada: ¡Qué decepción! se nota que Tomás fue el único que lo leyó... Sólo que yo no lo había hecho, y se lo dije. ¿Entonces cómo sabías las respuestas? -me preguntó- Pues profe, no leí el libro, pero la película ma la vi muchas veces.

    Tampoco he leído con juicio a los poetas malditos ni a Cioran, Voltarie o Rousseau, pero con ellos me sucede algo parecido, la sensación de saber muy bien de qué se trata. Las ideas se aprenden viviéndolas, si hablamos de eso no es por erudición sino porque estas películas ya nos las vivimos.

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    1. A Cioran lo leí con mucho juicio en una época de mi vida.
      No es que me pase con los otros que sepa muy bien de qué se trata; de hecho, me parece que es lo contrario. Que, como los conozco de oídas, tal vez sean menos... menos lo que son para mí, y quizá para usted.
      Nunca he visto películas de ellos, son muy pocas las películas que he visto.

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  2. Tefa: me gusta mucho la libertad con que escribes, sin ocuparte de la opinión del prójimo, mucho menos de sus creencias. Y a la libertad le añades, con bastante picardía, una sinceridad y una franqueza que alientan y emocionan. Gracias por compartir tus mundos raros.
    Esteban Carlos Mejía

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    1. Gracias, parce. La opinión del prójimo sí me importa, lo que no me importa es cómo me vean a mí.

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  3. la amo a usted y a sus escritos, siempre

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  4. No te preocupes Tefa, ese pensamiento tuyo no es demócrata, por que la democracia solo quiere un ganador.

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