miércoles, 8 de mayo de 2019

miércoles, ocho de mayo de dos mil diecinueve

De repente siento la urgencia de escribir muchas cosas y muy rápido.
Escribir no es como montar en bicicleta. Acaso montar en bicicleta no sea para nada montar en bicicleta si quien vuelve a montarse en una tuvo un accidente del que no se acuerda o no puede dar cuenta con exactitud, y entonces se paraliza y no mantiene el equilibrio. Algo así. Y no ve,  se enreda, y le da dislexia y luego le miran los ojitos y le examinan el cerebro y todo está bien, y así por siete años o un poco más (quizá menos) y está todo estrangulado pero por acá, por este lado, del que no dan cuenta ni oftalmólogos ni neurólogos ni mucho menos psiquiatras porque esos no son médicos de verdad. U ortopedistas o deportólogos, que venía yo hablando de las bicicletas. Y otorrinos, porque quién quita que sea el vértigo, algo del oído interno.
Pero uno monta en bicicleta en la cabeza. Hace piques... (esto ya parece una columna de Héctor Abad)

También dejé de escribir porque me daba tanto pavor terminar como él. Escribiendo como él o, peor todavía, pensando como él.

Señora, yo cómo hago para meterme en esa cabeza suya, le decía mi abuelo a mi abuela (y qué machista, por cierto). Era porque le parecía que decía cosas muy disparatadas o no sé. ¿Y si yo me metí en la cabeza de ese man? Es que solo para entretenerme no dejé de leerlo durante mucho tiempo. ¡Es un tipo sorprendente! Por imposible que fuese, a cada columna le seguía una más horrorosa, más babosa, más repugnante, más imbécil. Hombre, digo yo que alguien así tiene mucho de fascinante, y entonces las repetía y también las repartía no fuera a ser que el chiste se quedara solo pa' mí. A Simón se las pasé toditas, ¿cierto, mi amor? Y a Constantino, y él a otros y así.
Pero un día ya estaba muy baboso y supongo que yo muy enguayabada o algo y también dejé de leerlo. Me quedé entonces sin payaso y sin nada y seguí en Twitter, donde todos son como muy como él pero a rato sacan chistes buenos y güevonadas y total que eso envicia con su goteíto y en esas aparece gente del pasado, gente muy, muy, muy importante... del pasado. 
Tal vez por donde tuve que empezar fue por mi libro. Tal vez fui la primera que debió leerlo, pero nunca lo hice y tal vez todo esto tenga que ver con todo eso y andar en bicicleta, el pasado, los helados, Abad, en fin. 
Sin leer no se puede escribir bien.

Ya no me gusta el Che. Ahora soy comunista en serio. 

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